Las hemorroides y otras enfermedades del ano son muy comunes.  Es un motivo frecuente de consulta.  Muchas veces el tratamiento definitivo es cirugía.  El diagnóstico de estas enfermedades, la selección del tratamiento y la ejecución de una cirugía requieren de cirujanos debidamente entrenados y con experiencia, pues los riesgos incluyen complicaciones muy incapacitantes tales como estrechez o deformidad del ano y pérdida de la función (incapacidad para contener la defecación o estreñimiento), entre otras.

Nada mejor que adquirir conocimientos básicos sobre la salud y la enfermedad del ano.  Así, puedes identificar si tienes un problema en esa zona del cuerpo, si debieras  visitar a un médico especialista y cómo discutir con él o ella tu diagnóstico y el tratamiento adecuado.  Empecemos, pues…

¿Qué son las hemorroides?

Me gustaría contestarte esta pregunta más adelante.  La mayoría de las personas cree que cuando se sienten algo en el ano corresponde a  hemorroides, lo que no necesariamente es verdad.  Por eso, para que entiendas lo que puede estar trastornando esa zona del cuerpo humano, si me lo permites, primero te explicaré la anatomía y luego discutiremos sobre hemorroides y otras enfermedades comunes relacionadas.

¿Por qué a los médicos les gusta referirse al canal anal y no al ano?

El ano es un orificio.  Es donde termina el tubo digestivo que comienza en la apertura de los labios de la cara cuando se separan.

Más bien debemos hablar del canal anal, que es el conducto final del tubo digestivo de unos tres dedos de alto, continuación del recto y que termina en el ano.

El canal anal está formado de capas:  una interna, que es mucosa en sus primeros 2 centímetros y piel en su parte final hasta llegar al ano, una intermedia (submucosa) que es un colchón elástico formado por vasos sanguíneos y fibras, y una profunda (muscular), que son los músculos.  Cada una tiene su función: la capa interna percibe la presencia de la materia fecal o los gases, la intermedia sirve de protección para que la materia fecal no dañe a la capa profunda, la de los músculos, que son responsables de la continencia (capacidad para controlar la salida de la materia fecal o los gases) o la defecación (acto de expulsión de la materia fecal).

Esa disposición de capas del canal anal recuerda el tapizado de una pared: el tapiz  corresponde a la mucosa o piel, el cojín entre el tapiz y la pared equivale al colchón elástico, y la pared se asemeja al  músculo.

Existen dos tipos de músculos en el canal anal.  Uno que actúa involuntariamente, el músculo esfínter anal interno, que mantiene cerrado el canal anal y solo lo abre cuando se está defecando, y otros, el esfínter anal externo y el elevador del ano, que actúan voluntariamente para reforzar la función de continencia (apriete) o para facilitar la defecación (pujo). 

Entre  los músculos esfínteres anales interno y externo existen unas glándulas muy pequeñas, parecidas a las sudor en la piel, que poseen un conducto que desemboca en el canal anal en la unión de la piel y mucosa (línea dentada). 

Hemorroides

Ahora sí puedo contestarte qué son las hemorroides

El canal anal está en constante uso desde el nacimiento.  Con el pasar del tiempo, la mucosa y la piel se desprenden en algunos sitios separándose de los músculos –al igual que el tapiz  cuando separa de la pared-.  Ese espacio creado se llena por el cojín elástico que se expande originando que los vasos sanguíneos que contiene se tornen más grande, y es lo que se llama hemorroides, predisponiendo a sangrado, formación de coágulos y ulceraciones (desprendimiento de la capa interna del canal anal en ese sitio).

Cuando las hemorroides ocurren en la zona del canal anal recubierta de mucosa se denominan hemorroides internas: no duelen, pero pueden sangrar, formar coágulos y salirse a través del ano (prolapso).  Por el contrario, cuando el área de desprendimiento está recubierta de piel  se trata de hemorroides externas: duelen –a veces no deja que la persona se pueda sentar con tranquilidad-, se inflaman o forman coágulos, que al observarse parecen una habichuela.  Hay personas que presentan los dos tipos:  hemorroides mixtas.

¿Qué tan frecuentes son las hemorroides?

Son muy comunes.  Hay muchos niños que las tienen a partir de los 2 años de edad.   Hay varios factores que contribuyen para que sea más frecuentes en determinadas personas: herencia, estreñimiento persistente, permanecer sentado en el excusado durante muchos minutos y de manera habitual, sentarse durante períodos prolongados,….

¿Las hemorroides suelen causar molestias?

La mayoría de las hemorroides no dan molestias (asintomáticas).  Ahora bien, no las veas como un enemigo oculto: no predisponen a cáncer y no suelen causar por sí solas situaciones que ponen en peligro la vida de las personas.

¿Cada vez que una persona tiene un sangrado corresponde a hemorroides?

¡Cuidado!  El sangrado pudiera venir de una zona más interna del tubo digestivo, como lo sería el colon o el recto, y corresponder a una enfermedad tan seria como un cáncer.  En esos casos es mejor visualizar todo el colon y recto mediante una colonoscopía antes de proceder con el tratamiento de las hemorroides.

¿Deben ser tratadas las hemorroides?

Solo cuando causan molestias.  Lo primero que debe hacer el médico es distinguirla entre internas y externas.  Es necesario practicar una anoscopía, que es la introducción de un aparato corto para visualizar el canal anal.

Las hemorroides internas, que como dijimos produce un desprendimiento no doloroso, pero que pueden sangrar, formar coágulos y salirse por el ano, pueden ser tratadas con diferentes métodos según el grado de desprendimiento y la presencia o no de hemorroides externas.  Cuando el desprendimiento es muy pequeño, puede tratarse conservadoramente con dieta rica en fibras e ingestión abundante de líquidos o una inyección directa para fijarla (escleroterapia).  Cuando el desprendimiento es intermedio, se puede tratar con ligadura, que consiste en la colocación de dos anillos muy pequeños de látex en la base del desprendimiento para que ese tejido redundante se estrangule y caiga.  Una alternativa a los dos métodos anteriores es la coagulación infrarroja, que utiliza un rayo que fija el desprendimiento al músculo.

En los últimos años se ha popularizado la hemorroidopexia con engrapadora (inglés:  PPH:  Procedure for prolapse and hemorrhoids), una técnica relativamente sencilla y tiempo corto de ejecución que consiste en la introducción a través del ano de un aparato circular (engrapadora) que hala y corta todo el tejido redundante, similar al levantamiento o lifting facial de una cirugía plástica.

Por el contrario, las hemorroides externas, sensibles por estar cubiertas de piel, solo pueden ser tratadas con cirugía si dan problemas.  Por ejemplo, evacuación de un coágulo o extirpación de las hemorroides.

¿Existen otras enfermedades que pueden afectar el canal anal?

Sí.  Las hay benignas y malignas, pero sólo te hablaré de las más comunes.

Fisura anal

La fisura anal es un desgarro en el canal anal.  Es causa de sangrado y mucho dolor, principalmente durante y después de las evacuaciones debido a una contracción vigorosa (espasmo) del músculo esfínter anal interno.  Si la fisura es crónica (duración de meses o años), se forma un pellejo por fuera (colgajo centinela) y un engrosamiento por arriba de ella dentro del canal anal (papila anal hipertrófica).

Inicialmente se trata con medidas conservadoras (dieta rica en fibras y abundante ingesta de líquidos) y médicas (aplicación tópica de nitroglicerina).  Cuando no responden, se tratan con cirugía, que consiste en sección del músculo esfínter anal interno con o sin extirpación de la fisura.  Aquí se enfatiza la necesidad de que el cirujano sea experto en esta área, pues pudiera errar en el músculo a cortar y causar serios trastornos en la defecación.

Absceso anal

El absceso anal es la colección de pus en una zona alrededor del canal anal como consecuencia, en la mayoría de las veces, de la obstrucción de una de las gándulas que se encuentran entre los músculos esfínteres anales interno y externo.  La localización es variable y la sintomatología, en la que predomina el dolor persistente y con frecuencia fiebre, depende de la localización:  puede observarse desde un enrojecimiento caliente alrededor del ano hasta dolor profundo en los glúteos. 

Los abscesos se tratan con drenaje:  apertura de la cavidad y comunicación con el exterior.  Es imprescindible que el cirujano haga un diagnóstico anatomico preciso.

Fístula anal

La fístula anal es la consecuencia de  absceso anal.  Esto se observa en un 50 a 75% de las veces.  Se reconoce porque se observa un orificio fuera del ano por donde sale intermitentemente secreción purulenta y sangre.  Ese orificio es la salida de un trayecto que conduce a la línea pectínea, que es el sitio donde comienza el problema y que debe ser identificado correctamente por el cirujano a la hora de corregir el problema.  Para hacer el diagnóstico basta con el examen físico; raras veces se requerirá estudios especiales como radiografía del trayecto (fistulografía).

El tratamiento es con cirugía y consiste en la apertura de todo el trayecto, desde el orificio que está fuera del ano hasta el de la línea pectínea, para que luego el mismo cuerpo lo cubra con tejido nuevo de reparación.  En algunos casos, en los que el trayecto puede pasar profundamente  a través de los músculos que determinan la continencia, el cirujano colocará un hilo grunoeso (sedal) que produzca una solidez en los tejidos que posteriormente serán cortados.   La experiencia del cirujano es vital para identificar correctamente el trayecto fistuloso y evitar que con la cirugía se produzcan complicaciones graves como la pérdida de la continencia.

Enfermedad pilonidal

La enfermedad pilonidal es una infección que afecta la zona entre los glúteos a unos 3 a 8 cm por encima del ano.

Puede presentarse como una alteración dolorosa (forma aguda), que corresponde a una colección de pus, o como uno o más orificios por donde puede salir pelos, sangre y pus (forma crónica).

La forma aguda requiere antibióticos y drenaje si hay pus.  Para tratar la forma crónica existen diversos procedimientos, desde lo más simples que es abrir los conductos y rasparlos (fistulotomía y curataje) hasta extirpación de toda el área afectada con o sin cirugía reconstructiva.  El juicio del cirujano es un factor muy importante porque estas cirugías están plagadas por las recidivas (reaparición del problema).

¿Me pudieras dar algunos consejos saludables?

Evita el estreñimiento (constipación): ingiere una dieta rica en fibras (granos integrales como las habichuelas y los garbanzos, vegetales y ensaladas crudas y frescas,…) y abundantes líquidos (no menos de 8 vasos de agua al día), crea un horario para las evacuaciones.  No se acomode más allá de unos cuantos minutos en el excusado (si gusta, utilice algún material de lectura para estimular la defecación, pero no utilice ese tiempo para leer todo un artículo o repasar periódicos o revistas).   Si tienes alguna molestia acude inmediatamente al médico.  En el breve tiempo que pueda transcurrir para visitarlo, puedes tomarte unos baños de asiento con agua tibia, sumergiendo la región del ano, unas dos o tres veces al día durante unos 15 minutos por vez.

Algo más…

Las enfermedades del ano suelen cursar con períodos de empeoramiento alternados con períodos de mejoría.  Esta situación, aunada a los temores de que cualquier procedimiento en el ano puede ser muy doloroso, suele retrasar la visita del enfermo al médico.  Mi consejo es que no lo hagas, pues los problemas pueden agravarse, requerir de tratamientos más complejos y múltiples y exponerte a complicaciones.